En un mercado caracterizado por la competitividad intensa, las organizaciones son constantemente desafiadas a atender rigurosos estándares de calidad para productos y servicios. Las barreras de mercado desaparecieron, haciendo con que empresas de todos los segmentos tengan que lidiar con clientes con expectativas extremadamente elevadas. Los ejecutivos precisan asumir un papel fundamental para garantizar que las relaciones sensibles con la cadena de abastecimiento sean mantenidas. Para probar su compromiso y superar esas presiones, las organizaciones están transformando su cultura a través de la implementación de sistemas integrados de gestión de calidad.
Buscando elevar la calidad de productos, procesos y servicios, reducir los ciclos de desarrollo y consiguientemente los costos, muchas organizaciones están siguiendo metodologías, estándares y
directrices para la gestión de calidad, tales como ISO, Lean, Kaizen, DMAIC, cGMP, Six Sigma, 8 Disciplinas, entre otros. Es común que estos procesos sean soportados por aplicaciones aisladas, o aún controlados manualmente a través de papel. Sin embargo, este tipo de solución es limitada, generalmente no contempla a toda la empresa y no permite un abordaje sistémico, tampoco permite una visión de alto nivel sobre los procesos de gestión de calidad.
Para evitar problemas de calidad asociados a los procesos y procedimientos de producción, deben ser implementados sistemas integrados que contemplen a toda la empresa. La gestión de calidad empresarial ayuda a las organizaciones a superar estos obstáculos y a alcanzar la excelencia operacional. El resultado es una verdadera ventaja competitiva.